martes, 26 de julio de 2016

LAS VIEJAS (PAYDAY)

Estoy haciendo cola en el cajero desde las 8 de la mañana.

Son las ocho y media y aún “no hay dinero”.

La vieja que esta atrás alaga las sandalias de la vieja que está delante mío, esta mira de reojo y solo le sonríe. “Muy cancheras, muy cancheras” repite.

Media hora después la vieja de las sandalias cancheras habre la boca: “en la vida siempre hay que hacer colas, cola para cobrar, cola para pagar”. Asiento con un gesto y me quedo mudo. Miro sus sandalias, son azules, de jean, tienen unos recortes negros. Supongo que debe ser canchero usarlas a su edad.

La vieja de atrás empieza a cansarse, dice que se va a sentar en el cordón, la miro, es una vieja muy linda, aunque la palabra sería "guapa", es una señora muy guapa, cabello castaño claro y ondulado, delgada, de piel demasiado blanca, usa gafas de sol y se parece a una famosa, pero no recuerdo a quien… antes de irse dice que hay olor a perro mojado, que mucha gente por la mañana se moja el cabello sin lavárselo, que eso produce mal olor, frunce la nariz y se retira.

La vieja de las sandalias, empieza a quejarse, se mete al banco. Vuelve más enojada. 

Recién están por poner dinero en los cajeros estos satrapas, se creen que una no tiene nada más que hacer —me dice. La vieja que se parece a una famosa se levanta y se acerca, pregunta que le dijeron, empiezan una charla de señoras, mientras tanto, el sol nos empieza a dar en la cara y la fila parece avanzar.

lunes, 6 de junio de 2016

CIGARROS

Quizás te descuide las últimas veces,
recuerdo que estuve poco cariñoso
poco me importo lo que decías,
te repetí que casi me muerden los perros de tu vecina,
me dijiste que esos perros nunca mordieron a nadie.

Vimos un capitulo de los Simpson
uno donde Milhouse se quita los lentes,
nunca vi los ojos de Milhouse dijiste.
Contemple tu respiración
tu boca, tus gestos, tu sonrisa. Me quise ir.

No entendí porque terminamos juntos,
vos merecías más,
tu novio era más lindo y divertido que yo
no sé porque lo dejaste.
Pese a que siempre te hablé de libros y poesía
nunca te enseñe nada.

Después de eso, repetimos.
Nos bañamos juntos
enjabone tu espalda, tus pechos
te agarre la cara y te bese.
Lloraste,
supuse muchas cosas,
imaginé las inmensidades que nos envolvían,
las inmensidades que envolvían nuestras inmensidades.
Solo pude abrazarte.

Creo que ahí vino el momento de quiebre.
Prendí un pucho,
pusiste algo de música
y ya no sonreíste más,
me vestí y me fui;
los perros de la vecina ya no estaban.

Por la noche llegó un mensaje preguntándome si todo estaba bien,
te respondí como siempre: todo ok.
Horas más tarde fui al cumpleaños de uno de mis amigos
pelee con uno de ellos,
me fui de la fiesta.
Bajé por el parque San Martín,
no había gente, solo un par de perros que se acercaron amistosos.
Prendí el último cigarro que me quedaba, tire la caja
miré para todos lados
como no había nadie pude ser infantil,
me amaqué en el columpio más ruidoso y oxidado
hasta que salió el sol.


Llegué a casa todo contaminado por el humo,
lo sentí en la ropa y en la garganta.
Prendí el televisor, en el noticiario
anunciaban el nacimiento de un nuevo país en oriente,
al parecer esto no nos toca.
Pensé en vos,
en los ladridos de los perros de tu vecina
en los encendedores que olvido en tu casa cada vez que voy;
busqué todo tipo de señales
que me hable del tiempo útil de las cosas.


No eramos más que caballitos empantanados tratando de salir.

martes, 22 de marzo de 2016

EQUILIBRIO

Cuando tenia 4 años solía jugar con hormigas. Limpiaba el patio de mi abuela buscándolas, pensaba que en cada hoja que cargaban llevaban información vital para su clan, pensaba en su fuerza y velocidad, en las guaridas subterráneas desde donde controlaban el equilibrio del mundo. 
Podía pasar tardes enteras abstraído contemplándolas, observando su recorrido. A veces me acercaba tanto que solían picarme los pies y las manos como marcando distancia; entonces yo, según el grado de dolor en venganza les tiraba agua o echaba nafta y prendía fuego el hormiguero. Pero las hormigas nunca se iban, brotaban día tras día, el fuego no las asustabas, la muerte no las consumía, eran un animal mas grande, un todo formado por pedacitos frágiles y planes para toda la vida. 
Cuando cumplí 5 años, esos juegos solitarios terminaron. Nunca más pretendí reducir algo a cenizas o ahogarlo, nunca más vi algo tan sorprendente. Ahora entiendo que cada hoja que llevaban era para escribir un manifiesto socialista, quizás libros de cuentos infantiles, cálculos astrofísicos, quizás su propia biblia.

domingo, 20 de marzo de 2016

TILCARA



Te sorprendés porque bailo todo, decís que te gusta mi pasito, lo copias. Salimos de la multitud y vamos a buscar a tu grupo de amigos. Nunca los encontramos. Salimos del tinglado y compramos unas birras. Estoy rebobo, no pensé que iba a ser tan-todo-como-antes, me sorprendo, si hasta parece que volvimos en el tiempo.
Nos sentamos en la vereda. Me sonreís y ponés tu mano en mi pierna mientras hablas. Te digo que vayamos a mi carpa. Empezamos a bajar, en el camino un pibe buena onda nos regala un porro y luego desaparece.
Te pregunto por Hernán, decís que otra vez estas confundida. (Quiero creer que es por mi).
—quiero creer que es por mí —te digo. Me pegás un empujoncito y sonreís.
— las cosas son complicadas boludo, no todo es como uno quisiera.

Me contás que lo dejaste, que ahora estás saliendo con un chico de Tucumán pero que aún lo seguís queriendo. BLUUMMM. Explosión y onda expansiva. El tercer lugar aún festeja en el podio pero esto me deja sin ganas de nada.
Llegamos a la carpa, te metes adentro y me llamás. Los cerros parecen mucho más grandes a esta hora. Estoy pensando que decirte, pero nada. Ni siquiera puedo llorar. Me quedo en silencio. me volvés a llamar y te digo que ya voy, que esperes un momento.