La otra noche nos metimos en la casa abandonada
donde años atrás solíamos perdernos días enteros
embuidos en el egoísmo adolescente.
Subimos al árbol
creímos ver duendes en el jardín, pero no nos importo.
La distancia de los años y de los sentimientos
nos dieron otro campo de fuerza
otra profundidad
y hasta otra dimensión
por esas horas vivimos de manera intima cada una de las estrellas que la noche nos presto,
(las conté en silencio).
Comprendí que vos y yo somos parte de un ciclo
que nunca va a terminar
somos energía y materia que se recicla
como el sol y los planetas.